El ingeniero electrónico Darío Javier Bonino, graduado de UTN San Francisco, aseguró que el nivel profesional de la casa de altos estudios de nuestra ciudad “no tiene nada que envidiarle a ninguna otra universidad y muchos de los Ingenieros graduados se encuentran trabajando en el exterior, para grandes empresas y centros de investigación”, y destacó además el trato directo que los alumnos tienen con los profesores y las posibilidades de trabajar mientras se lleva adelante una carrera universitaria. “Expandimos fronteras desde la UTN San Francisco hacia el mundo y estoy muy orgulloso por ese logro como parte de esta casa de altos estudios”, sentenció.
“Realicé la mayor parte de la carrera trabajando, y salir a trabajar mientras estamos estudiando brinda otras cosas, como la posibilidad de desarrollarte como un profesional. Entonces cuando me recibí tenía la formación que brinda la Facultad y estaba preparado para trabajar en una amplia variedad de empresas, y San Francisco nos brinda esa posibilidad porque cuando nos presentamos como estudiantes de la Facultad nos miran de otra manera, además esta ciudad es más segura, y más tranquila, la familia está más cerca, el trato con los profesores es cercano, y el nivel profesional no tiene nada que enviarle a ninguna otra Universidad, son cosas a las que hay que sacarle provecho”, resaltó Darío, de 37 años.
Nacido en La Francia, pero vivió gran parte de su juventud en Colonia San Bartolomé ya que se mudó de pequeño allí, Darío vino a San Francisco a los 12 años, a estudiar en el IPET N°3. “Mi tío –explicó- había estudiado en la escuela de campo, y mi hermano había estudiado mecánica (tornería), en la Escuela del Trabajo, y yo también quería hacer una carrera de ese tipo en esa escuela, así que vine a San Francisco, los primeros 3 años estuve en el internado, y en cuarto año pasamos a una pensión. Luego llegó el momento de la Facultad, hice el cursillo de ingreso extensivo, los sábados a la mañana. Yo había terminado de estudiar electrónica en la secundaria y me fascinaba, así que no me costó decidirme por la Ingeniería Electrónica”.
El ingeniero comentó además que su mamá es ama de casa y su papá, agricultor: “Ninguno de los dos hijos seguimos carreras de campo, aunque mi hermano terminó de estudiar mecánica en la secundaria, y se quedó en el campo, y eso me permitió a mí seguir estudiando en la Universidad”. “Primer año fue un cambio bastante grande, vine con compañeros del secundario, hoy ya son, en su mayoría, graduados de electrónica. Me costó mucho entender el sistema de la Universidad porque no tenía a mis padres diciéndome que estudie, a pesar del total apoyo de ellos tanto económico como de acompañamiento, estaba solo aquí en San Francisco, y era difícil combinar los estudios con los momentos de diversión de esa etapa de la vida. Me llevó un par de años adquirir el ritmo”, agregó.
Darío señaló además que “cuando empecé a vivir por mis propios medios, cuando salí a trabajar en tercer año, en un principio reparaba celulares en un negocio del centro, luego trabajé en Tecnosoft como pasante, hacía reparaciones hardware, era algo que estaba muy bueno porque acompañaba a la carrera, si bien los primeros años no son tan técnicos, había un grupo de chicos que estaban muy comprometidos con la carrera de Electrónica, y parábamos en la misma pensión. Ellos me impregnaron de las novedades de ese momento, que eran los comienzos de los microcontroladores. Eso me dio muchas satisfacciones, a tal punto que armamos un grupo de investigación con la idea de entender el nuevo sistema de microcontroladores, e integrar a chicos que no eran técnicos al grupo para nivelarlos en los conocimientos. En seis meses logramos los objetivos propuestos, hicimos varias investigaciones, dimos cursos, charlas en la Facultad, fuimos a la Universidad de Santa Fe a dar charlas de nuevas tecnologías, presentábamos las novedades de Electrónica a los chicos de la secundaria, y muchas otras actividades más”.
“También integré el grupo de investigación y desarrollo llamado ‘M2L’ (Sistema de locomoción multípeda controlada aplicada a un robot con forma de Hormiga), con el ingeniero Carlos Díaz como el padre de proyecto, yo estaba en la parte de diseño de las extremidades y pruebas electrónicas. La idea era hacer un multípedo de seis patas con el objetivo buscar minas perdidas en zonas de posguerra. Al tener patas era más fácil hacerlo mover en diferentes terrenos, inclusive había venido gente de España en intercambio a trabajar en el proyecto. Era una iniciativa muy grande y costosa, que habíamos presentado en las III Jornadas Argentinas de Robótica en San Juan como invitados y logrando menciones especiales”, comentó Darío.
Al continuar recordando su paso por la UTN San Francisco, el ingeniero explicó que otra tarea que desarrolló fue la de “auxiliar de trabajos prácticos Ad-Honorem en la cátedra de Técnicas Digitales II”, actividad que “ me ayudó mucho a nivel profesional”. Y añadió: “Luego ingresé a trabajar tiempo completo, estuve un año como Técnico en el casino local, y después como se me complicaban los tiempos de estudio, volví a trabajar a Tecnosoft para poder terminar mi carrera. Y con el apoyo de mi señora pude dar los últimos pasos y recibirme”.
“Actualmente trabajo en una empresa que hace desarrollo de software, TGV-Excelencia en Soluciones Informáticas aquí en San Francisco, que es una sucursal de TGV cuya casa madre está en Capital Federal-Buenos Aires, una consultora de informática a la que accedí gracias a la Facultad. Recibí el boletín informativo que difunde la facultad con los pedidos laborales que envían las distintas empresas, me informé con el área dedicada a tal fin y me presente en la oficina a realizar los test de ingreso, porque si bien soy ingeniero electrónico, tenían una serie de tests que debía superar para ingresar ya que necesitaban personal orientado a la programación de alto nivel. Fue un proyecto muy grande de la empresa el venir a San Francisco, estuvo muy ligado a la Facultad. En nuestra ciudad trabajamos nueve personas en esta consultora local y en Buenos Aires tiene más de 200 empleados con oficinas en México y Estados Unidos también. Aquí todos trabajamos para empresas del exterior, México, China, Estados Unidos, Alemania, para multinacionales muy grandes; y es una empresa que sigue creciendo porque obtiene muy buenos resultados”, explicó, al tiempo que agregó en relación a la modalidad de trabajo que “la empresa tiene una oficina, pero la flexibilidad actual permite que trabajemos desde nuestra casa, o desde cualquier otro punto. La tecnología permite hoy hacer desarrollos de software con una versatilidad muy grande, sin tener que movilizar a una persona. Se ingresa a los servidores donde hay que trabajar y se desarrolla in situ, sin más que una PC y una conexión a internet”.
Finalmente Darío destacó que “en la mitad de ese camino formé mi familia, comencé a ejercer la docencia, hoy sigo siendo docente en la escuela secundaria, ligado más a la parte de Informática, y en la medida que puedo, incentivo a los chicos a que sigan estudiando, que desarrollen proyectos, que respondan a lo que necesita nuestra ciudad y la región. Y hasta puedo asegurar que la formación que nosotros tenemos me ayuda hasta en la crianza de mis hijos”.