La ingeniera química Marcela Mascheroni, graduada de UTN San Francisco, afirmó que la ingeniería le permitió “tener una percepción nueva y distinta de la realidad y del futuro, aprendí a tener criterio, sencillez y efectividad”, al tiempo que agregó que “personalmente, la ingeniería me abrió la cabeza de una manera increíble y eso me ayudó a sentirme más segura en la sociedad y como mujer”.
“Ser ingeniera no sólo me ha dado muchas oportunidades en lo laboral, sino también en la vida cotidiana. Al decir que sos ingeniero, la sociedad arma una imagen muy fuerte y con otro peso de uno y eso hace que algunas cosas se faciliten muchos más, como ser alquilar una propiedad, sacar un crédito, entre otras cosas”, dijo. También afirmó que en la actualidad “vivo de la ingeniería y es mi único sustento económico y ojalá también lo sea en el futuro”.
Sobre la posibilidad de hacer una carrera de grado en la UTN de nuestra ciudad, Mascheroni destacó: “Considero que esta casa de estudios tiene un muy buen nivel académico, ya que tuve varias oportunidades de entablar charlas técnicas con gente de mi país y de otros países y pude sentirme muy cómoda, tranquila y a la altura de la situación. Tener una universidad gratuita a nuestro alcance y con formación casi de manera personalizada por parte de los profesores, no tiene precio. Aquí te conocen por tu nombre y apellido, no por el número que ocupas en una lista. Por todo ello estaré eternamente agradecida”.
Esta joven profesional, de 29 años, es oriunda de Morteros, donde cursó sus estudios secundarios en el Ipem 286 “Domingo F. Sarmiento”, con la orientación en Ciencias naturales. “Viví siempre con mis padres, mi hermano y mi hermana mayor en Morteros y cuando terminé el secundario decidí continuar mis estudios en la UTN Facultad Regional San Francisco. Si bien siempre tuve bien en claro cuáles eran las carreras que no me gustaban, no ocurría lo mismo con lo que exactamente sí me gustaría ser en el futuro. Dentro de lo que más me gustaba estaba lo orientado hacia la Bioquímica pero, si bien desde pequeña nunca me faltó nada, tampoco al ser familia numerosa las cosas se hacían tan fáciles como para irme a estudiar a Córdoba. Mi papá en ese momento era docente de educación física y mi mamá ama de casa”, explicó.
Luego añadió: “Se dio entonces que mi hermano varón en ese momento ya estaba estudiando Ingeniería Electrónica en San Francisco, y me comentó que en la UTN también estaba la carrera de Ingeniería Química orientada en Alimentos y como siempre me gustó y tuve facilidad para las ciencias exactas, averigüé más o menos como era y decidí probar suerte allí. Inicié los cursillos que se dictaban durante el verano, aproveché muy bien las clases de apoyo que también nos daban y así fue que rendí bien el ingreso y en 2004 me instalé en San Francisco y me vine sola desde Morteros”.
Mascheroni recordó además que “durante toda la cursada tuve bien presente lo que un docente nos había dicho apenas ingresamos: ‘En la ingeniería aparte de usar la cabeza, también hay que usar mucho la silla’. Siempre digo que si bien la carrera es difícil, el éxito se logra siendo constante. Todos los días hay que hacer un poco de cada materia, pasar horas sentada frente a los libros, divertirse también yendo a las peñas pero al día siguiente ir a cursar sí o sí y no perder el objetivo, recordar también que para nuestros padres mandarnos a estudiar es un gran esfuerzo”.
“Cuando comencé a cursar éramos en mi carrera cerca de cuarenta alumnos y terminamos la cursada en cinco años, que son los que dura la carrera, solamente nueve. Los dos primeros años todo era matemáticas, física, álgebra, los años más duros diría, lamentablemente muchos quedaron en el camino, pero después por suerte todo cambió. Empezaron a venir las materias específicas de la orientación, las visitas a las plantas alimenticias y las prácticas en el laboratorio y ahí fue que definitivamente me di cuenta de que esto era lo mío y que realmente me gustaba mucho. Le metí muchas ganas, esfuerzo y dedicación para continuar y finalmente terminar de manera exitosa”, agregó.
También recordó que “como complemento durante la cursada, participé del programa de becas que ofrecía la Facultad, siendo ayudante de laboratorio en algunas materias y tutora de alumnos ingresantes para ser como una especie de guía durante los primeros años de vida universitaria de ellos. Ya en 2008 terminé de cursar y a pesar de que me quedaban algunas materias por rendir y hacer la tesis, decidí comenzar a buscar trabajo como para ir adquiriendo experiencia”.
“Fue así –continuó su relato Mascheroni- que en marzo de 2009, a través del programa de pasantías de la facultad, ingresé a una empresa llamada Alfa Argentina S.A. que es de origen chileno y cuya sede en Argentina está aquí en San Francisco. La misma se dedica a la formulación y mezcla de aditivos para la industria alimenticia y orientada en un 90 por ciento para el área cárnica, esto es colorantes, saborizantes, integrales, carrageninas, proteínas, humos líquidos, entre otros. Allí comencé realizando tareas en el Área de Control de Calidad de materias primas y productos; todo lo referido a ensayos físico – químicos. Estuve un año trabajando bajo la modalidad de pasante hasta que en 2010 quedé como empleada efectiva”.
Luego añadió: “Traté siempre de cumplir al 100 % con el trabajo, que lo necesitaba porque era mi único sustento económico, y con la carrera que debía terminar. Se me hizo pesado, se me extendieron un poco los tiempos que mi cabeza había programado para terminar, pero no fue imposible. Considero que a la hora de buscar un trabajo luego de estar recibido, es un una gran ventaja y es más fácil si el egresado cuenta con experiencia laboral previa relacionada a lo estudiado, y eso se logra trabajando y estudiando de manera simultánea. No es fácil, pero sin esfuerzo nada se logra”.
“En 2012 me recibí y hasta el día de hoy continúo trabajando en la misma empresa pero actualmente me desempeño como Jefa de Control de Calidad y soy ingeniera de desarrollo del Área de Investigación y Desarrollo y también hago la Asistencia Técnica a clientes. Me siento bastante afortunada del trabajo que tengo ya que está 100 por ciento relacionado con lo que estudié y no pertenece a un área muy conocida, como lo es una láctea, o un frigorífico. Además, tengo la oportunidad de capacitarme continuamente viajando a Chile, o EE.UU; me relaciono con proveedores de Filipinas, lo cual obliga a perfeccionarse en el idioma inglés; conozco otras culturas alimenticias de fondo, debido a la Asistencia Técnica que hago a clientes de países vecinos, como por ejemplo Colombia, Perú, y Uruguay”.
Finalmente expresó: “Como consejo para los jóvenes que están en los últimos años de la escuela secundaria, insisto en que no dejen de estudiar, no desaprovechen esa oportunidad. En Argentina la educación es gratis y de un excelente nivel, cosa que en otros países es imposible de imaginar.
Se puede trabajar y estudiar, pero todo con mucho esfuerzo; nadie dice que sea fácil, pero no es imposible. Tener un título te da la posibilidad de ir a cualquier parte del mundo diciendo ‘yo sé hacer esto, yo soy esto’, y eso tiene un valor incalculable. En estos tiempos es necesario tener cierto nivel de cultura y de conocimientos; no caigan en el facilismo y la mediocridad, ‘un pueblo instruido, es más difícil de manejar o por lo menos, de convencer’”.